Románticas obras maestras, nacidas tras momentos de crisis, en el próximo concierto de Fundación Excelentia
osteguna, 2025(e)ko uztailaren 10a
Tras momentos de crisis de creación o de rechazo del público suelen surgir obras maestras en los grandes genios de la música clásica. Con frecuencia esto se produce tras realizar un viaje que a veces sirve de inspiración. Este es el caso del Concierto para piano y orquesta número 2 de Rachmaninov y la Sinfonía número 3 “Escocesa” de Mendelssohn que Fundación Excelentia trae el 9 de octubre a las 19:30h en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid con la Orquesta Clásica Santa Cecilia y la virtuosa pianista rusa Polina Osetinskaya bajo la dirección de Fuad Ibrahimov. A las que se añade la obertura de La Gran Pascua Rusa de Rimsky Korsakov.
Como explicó Carlos de Matesanz (crítico musical y director de programas de Radio Clásica) en el Club Monteverdi como antesala al concierto del 9 del Auditorio Nacional: “Rimsky-Korsakov, marino mercante que viajó por todo el mundo, es uno de los compositores-tipo cuando se habla del exotismo romántico en música: del "Capricho español" a la Arabia feliz de "Scheherezade", todo el mundo parece caber en su imaginación musical, incluidos los cantos ortodoxos de Pascua de su propio país, convertidos en gran fresco de concierto en su obertura Op. 36. También la última y más madura –y original– de las sinfonías de Mendelssohn nace de sus viajes, en este caso turísticos más que profesionales, por las Highlands escocesas, de ahí el sobrenombre de esta evocadora, romántica y magistral obra. Entre ambas obras orquestales, otra creación nacida en un viaje. Las vacaciones que vieron nacer el segundo y más famoso de los conciertos para piano de Rachmaninov, tras una grave depresión que superó felizmente, fueron en Italia; sin embargo, en este caso no hay nada de paisaje en la obra, sin rastro de Italia por ninguna parte: suena indiscutiblemente rusa; el viaje es sólo interior. Pero ése es el viaje más importante para un compositor romántico.
Éxito tras el fracaso
La Sinfonía número 1 de Rachmaninov se estrenó el 28 de marzo de 1897 en San Petersburgo y fue un rotundo fracaso sobre todo por culpa del director Glazunov que al parecer incluso estaba borracho. Rachmaninov, que confiaba que su obra sería un éxito sin precedentes, recibió un duro golpe a causa de estas hostiles críticas. Sufrió una crisis nerviosa y fue incapaz de componer hasta 1899, cuando sus familiares y amigos le convencieron de que se sometiera a un tratamiento de hipnoterapia con el doctor Nikolái Dahl. Gracias a él pudo estrenar el 9 de noviembre de 1901, en Moscú, el Concierto para piano n.º 2 con el compositor como solista al teclado y dedicado al médico que le sacó de su depresión. El segundo concierto para piano marcó el regreso de Rachmaninov y fue un éxito comercial rotundo. Justo lo que necesitaba.
El Concierto para piano n.º 2, de Sergei Rachmaninov es de ese tipo de música que atrapa y te sumergen en su mundo al instante, con sus ricas texturas orquestales y su fervor dramático. Especialmente su segundo movimiento es muy popular y accesible para los amantes de la música no clásica. Ha aparecido en la cultura pop a través de películas, obras de teatro y canciones a lo largo del siglo XX. El segundo movimiento representa el apogeo de la emoción, en parte gracias a la película “Breve encuentro”. El director David Lean optó por emplear el segundo Concierto para piano para capturar la emoción sentida, aunque no plenamente expresada, por los amantes desventurados Celia Johnson y Trevor Howard. Esa melodía principal es tan buena que Eric Carmen la tomó para su canción 'All By Myself', posteriormente versionada por Celine Dion.
Un viaje de inspiración
Como Mozart, Felix Mendelssohn fue un niño prodigio. Nacido en Alemania en 1809, dio su primer recital a los 9 años, y poco después empezó a componer sinfonías. A los 15 años ya había compuesto doce sinfonías. Incluso se atrevió con una ópera, en 1827 tuvo lugar el estreno, y única representación en vida del compositor, de su ópera Die Hochzeit des Camacho (La boda de Camacho). El fracaso de esta producción hizo que desechara la idea de aventurarse en este género otra vez.
Superado el fracaso, en abril de 1829, Felix Mendelssohn, con 20 años, realizó su primer viaje a Inglaterra. Conquistó la capital por completo, dirigiendo su Primera Sinfonía con la Filarmónica de Londres e interpretando de memoria el Concierto para el Emperador de Beethoven, que emocionó al público. A finales de julio, Mendelssohn y su amigo Karl Klingemann viajaron a Edimburgo para emprender un recorrido a pie por Escocia. Uno de los primeros lugares que visitaron fue el Palacio y la Capilla de Holyrood en Edimburgo, casi en ruinas. “La capilla contigua ha perdido su tejado y está cubierta de hierba y hiedra –escribió a su familia– y en ese altar destrozado María fue coronada Reina de Escocia. Todo allí está en ruinas, deteriorado y abierto al cielo despejado. Creo que hoy he encontrado allí el comienzo de mi Sinfonía Escocesa”. De hecho, este boceto inicial se convirtió en el tema de la introducción lenta y melódica de la mayoría de los temas de la sinfonía.
Se trata de una música que evoca un paisaje sombrío, misterioso y poético. Una melodía sombría que emerge en los oboes y las violas divididas, acompañadas por trompas, fagotes y clarinetes. Esta es la semilla a partir de la cual se desarrolla toda la sinfonía, y su impronta se puede percibir en los movimientos posteriores. Cada movimiento está diseñado para pasar directamente al siguiente sin interrupción, algo exclusivo de las sinfonías de Mendelssohn.
El alcance emocional de la obra es amplio, y consta de un gran primer movimiento, un alegre segundo movimiento con inspiración en la música folclórica escocesa, un movimiento lento que mantiene una aparente lucha entre el amor y el destino, y un final que toma sus componentes de la danza folclórica escocesa. Una peculiaridad reside en la coda del final, donde introduce un tema majestuoso alemán completamente nuevo para cerrar la obra de una manera completamente diferente al resto.
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